viernes, 28 de marzo de 2008

Costa del Pacífico Michoacán





Este es el segundo de una serie de post dedicados al spring break. Como sabéis el plan consistía en recorrer playas de la costa de Michoacán, buscando aquellos lugares poco turísticos pero especiales. Nuestra parada estrella sería en Maruata. Sabíamos de ella a través de la revista "México desconocido" que la describía como un lugar no muy lejano al paraíso.


Con la ilusión de llegar a nuestro pretendido paraíso pronto, nos levantamos en nuestro hotelucho moreliense (precioso Morelia por cierto), recogimos los coches que habíamos alquilado y emprendimos viaje hacia la costa. Viendo que seguir hasta Maruata del tirón era una paliza (7 horas por una carretera peligrosisisima, no exagero, lo juro) decidimos que dormiríamos en Playa Azul, muy cerca de Lázaro Cardenas.


Tras 4 horas de conducción, o más bien, de supervivencia, cogimos el desvío que llevaba a Playa Azul. En este momento ya nos cercionarnos que no estábamos equivocados en nuestra idea de ir a un lugar poco turístico, ya que contemplando los pueblos que pasábamos no había atisbo alguno de explotación turística. Mensajes como "en el agua limpia no corre el cólera", o "en patio limpio no entra el mosquito del dengue" se podían leer a los lados de la carretera. Por un lado pensaba "mierda! ¿dónde me he metido?" y por otro sentía la satisfacción de estar en el lugar que quería "México profundo y auténtico, en el que poder ver las cosas como son y no como las hacen ver".


Por fin llegamos a nuestra primera parada. Aparcamos los coches en la playa (acababa de atardecer) y contemplamos como niños el Pacífico. Fue una sensación muy especial, ya que nunca había visto este mar. Después de 5 minutos contemplando el mar y celebrando nuestra supervivencia a la carretera (las pirulas que vimos se merecen otro post), buscamos un lugar donde dormir, y salimos a cenar.


Nuestra primera ración de buen pescado desde que llegamos a México!!! Mientras rechuperreteabamos las espinas, ya pudimos sentir la hospitalidad de la gente, que fue una constante durante todo el viaje. Después 2 copitas mirando al mar, charlando de cualquier cosa, y sintiéndonos unos privilegiados por estar en un entorno así, nos marchamos a dormir. Al día siguiente tocaba viaje otra vez.


Por la mañana, el primer baño en el Pacífico, y salida hacia Maruata.


Continuará.

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